miércoles, 3 de septiembre de 2008

Las fronteras de la amistad


Todavía y después de 354 años, no he podido encontrar alguna frontera para la amistad, ni siquiera la misma muerte.
Aún seguimos siendo igual de amigos con Raúl, mi hermano de la vida igual que con Omar, mi hermano de la vida.
Con Benoit y con Marion pasa igual. Hace un año llegaron “los franceses” a Capirugente a beber unas cervezas, como todos, y desde ahí para acá la amistad a estado en cada momento de nuestras vidas. Amigos, hermanos, hijos, no sé, a veces a todos se nos confunden los términos, lo único que sabemos es que estamos muy unidos por la vida, estemos en la misma ciudad o en otra parte del mundo.
Con Gigi ya quedó nuestro trabajo “Poesía en dos idiomas” junto a Johanny Sandoval, el primero de Trova Café; ahora con Benoit y Marion este que podríamos llamar “Café en dos idiomas”, falta un pronto trabajo con Pierre para que quedemos unidos los cinco en Trova Café también.
Gigi, Marion, Benoit y Pierre, llegaron a nuestra ciudad en un intercambio de universidades para hacer sus postgrados ya que todos son Trabajadores Sociales, se fueron, volvieron, se volverán a ir y volverán a venir porque uno no puede andar con su corazón dejado en todos lados y ellos, quiéranlo o no tienen sus corazones sembrados en nuestra calurosa Maracaibo, sembrado en el amor algunos y en la amistad todos... y nosotros en ellos.

martes, 25 de marzo de 2008

De solitarios está lleno el mundo

Por: Alexis (El Abuelo)

Aunque uno lo quiera, estar a solas es hasta un imposible, pero se hace el intento.

Esto de la soledad es muy necesario para hablar con uno mismo, más que nada para quienes constantemente hablamos con los demás en un acto de amistad, de amor, de poesía.

En el caso de este “Trova Café” que intentamos hacer en solitario también nos fue imposible meternos en nosotros mismos, pero fue hermoso, fue como un sueño, un sueño muy bonito y creo que la parte más linda del sueño fue oír el poema “donde Mara cayó” leído por Edwin Morales, un hermoso niño que hace vida en la Plaza Baralt, como también lo fue hacerlo en Palmarejo, sitio de reunión de alcohólico conocidos, y de repente ver que todos hacían silencio para oír “pertenencias”.

Este programa fue en solitario pero con mucha gente, muchos espacios, muchas cosas que amo.

Una Plaza Baralt y una Plaza República que viven, una en recuerdos color sepia y la otra en fotos multicolores, plazas de una Maracaibo que me pertenece por derecho de amor.

Calles y lugares de mi ciudad amada, mi ciudad inferno, que son parte indivisible de esta poesía y hasta de mí mismo.

A veces uno está más acompañado cuando está solo que en una fiesta con cien personas alrededor.

A veces uno necesita esa soledad acompañada.

¡Vaya que la necesita!